En su homilía del 13 de mayo del 2017 en Fátima (Portugal), en la canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta, el Papa explicó que “la Virgen Madre no vino para que la viéramos” sino para advertirnos “frente al riesgo del infierno a donde nos lleva una vida sin Dios…”
“Al pedir y exigir de cada uno de nosotros el cumplimiento de los compromisos de su deber de estado, el cielo activa aquí una auténtica y precisa movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía.”
Dios nos creó como una esperanza para los otros, una esperanza real y realizable según el estado de vida de cada uno (…). La vida sólo puede sobrevivir gracias a la generosidad de otra vida.”
“Bajo la protección de María, concluyó el Papa “somos en el mundo, centinelas de la aurora que saben contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y que descubren de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, resplandeciente cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor.”