« Un día, dos señoras conversaban con Francisco, el niño vidente de Nuestra Señora de Fátima (1917), y le preguntaron sobre la carrera que a él le gustaría hacer cuando fuera mayor:
— ¿Te gustaría ser carpintero? — No, señora. — ¿Quisieras ser militar? — No, señora— ¿Tampoco quisieras ser médico? — No. — Yo sé bien lo que te gustaría ser… ¡Sacerdote! Celebrar la misa, confesar, predicar… ¿No es cierto? — No señora, no quiero ser sacerdote. —Entonces, ¿qué quieres ser?
— ¡Yo no quiero nada! ¡Yo quiero morir, e ir al Cielo! »
La última noche, antes de expirar, Francisco le dirá a su madre: « mira mamá, esa hermosa luz, cerca de la puerta (…).» El niño no tenía todavía los 11 años. La Madre de Jesús le había prometido que Ella vendría a buscarlo, si él rezaba muchos rosarios. « Él rezaba diariamente nueve y había hecho sacrificios heroicos», para evitar caer en pecado. Cuando no tuvo más fuerzas para rezar, su mamá le consolaba diciéndole: «si no puedes rezar el rosario de viva voz, rézalo con el corazón.»
Traducido del francés: Aleteia