A veces, podemos tener miedo de acoger a la Virgen María. El origen de este miedo es: el lugar de la Virgen María en la vida espiritual. Como me lo decía familiarmente una persona: « a la Virgen María, ¡no sé dónde ponerla! »
En su juventud, San Juan Pablo II, también se hizo la pregunta:
“Hubo un periodo en el que cuestioné mi devoción a María, considerando que si la desarrollaba en exceso, terminaría por comprometer la supremacía del culto a Cristo. En ese momento el libro de San Luis-María Grignion de Montfort, el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, fue para mí una ayuda preciosa. En él encontré las respuestas a mis dudas. María nos acerca a Cristo, nos conduce a Él, a condición de que vivamos su misterio en Cristo (…).
Mi forma de comprender el culto a la Virgen evolucionó. Estaba ya convencido que María nos conduce a Cristo, pero comencé a comprender que también Cristo nos conduce a su Madre”.
Sor Emmanuelle Fournier (Comunidad del Verbo de Vida)
Extracto de su libro Un rendez-vous avec Elle, (Una cita con Ella) Ediciones des Béatitudes