María es exigente, nos conduce hacia metas misteriosas, a través del camino accidentado de la cruz. Hay que decir sí personalmente al llamado de María, a nivel personal y, aun mejor, en el plano familiar.
Démonos a Dios personalmente, colectivamente, sin miedo al futuro. Dejémonos guiar por María, sigámosla sin demora, sin mirar para un lado o para el otro. En la medida en que digamos que sí, Ella dirá que sí a todo lo que le pidamos. Renovar esta entrega, es darse como María misma se dio, sin demora, sin reservas, sin condiciones, sin interrupción. María se dio en su conjunto, con todo su ser, su vida y su voluntad.
Sin dar marcha atrás, María no cambia nunca, nunca miró hacia atrás, en todo momento respondió que sí una y otra vez a Dios que siempre le envió más luz, amor, fuerza, expresando sus deseos cada vez más exigentes. (...) Así podemos entender, añadió Marta Robin, que María sea inmaculada en su Concepción y en su maternidad divina.
Padre Manteau-Bonamy Tomado de « Marthe Robin sous la conduite de Marie » (éditions Saint-Paul) (« Marta Robin bajo la conducción de María »)