La vida nueva que Santa Clara, fundadora de las Clarisas, comienza después de su conversión, y que proseguirá hasta su muerte, está marcada por la presencia particular de María, por un amor que une a Clara a Maria y a Maria a Clara.
En el momento de su consagración a Dios Maria está presente. “Habiendo dejado su ciudad y sus padres, se lee en las Actas de su Proceso, ella se marchó de prisa a Santa Maria de la Porciúncula, la iglesia de la Virgen Maria.” Ese lugar bien conocido, donde según el primer biógrafo de Clara, “la legión de pobres guiada por Francisco se fundó. Así se ve claro que fue la Madre de Dios quien creó en su propia morada las dos Órdenes.”
El amor de Clara por María se expresa primero en pequeñas atenciones. No pudiendo tomar la comunión más de siete veces al año, ella desea que las hermanas la tomen siempre con motivo de la Asunción de la Bienaventurada Virgen Maria, y pide también que se suspenda el ayuno durante las festividades consagradas a Maria.
Chiara Lubich Centre Mouvement des Focolari
Sainte Claire et Marie - Centro Chiara Lubich 10 août 2003