El invierno pasado, mientras estaba yo en prisión en Vanier, Quebec (Canadá), supe por un amigo sacerdote de Polonia, que una réplica peregrina del Icono de Nuestra Señora de Czestochowa “la Virgen Negra” pasaría por esta ciudad. El Padre Peter West de Human Life International (HLI), había comenzado dos años antes un peregrinaje, con el Ícono, alrededor del mundo por la vida y la familia.
Las autoridades de la prisión acogieron favorablemente la solicitud de la visita del Icono y se pudo celebrar una Misa en la capilla. Doce prisioneras fueron autorizadas a participar. Yo conocía a las mujeres encarceladas que habían sido invitadas, y sabía que al menos ocho de entre ellas habían abortado.
El Padre West explicó cómo la “Virgen Negra” se había convertido en un símbolo de esperanza para las mujeres que habían abortado. Habló del amor infinito de Dios para cada persona desde el instante de la concepción, del perjuicio grave que causa un aborto y de la necesidad de buscar la misericordia de Dios y de su perdón si se ha participado en un acto semejante. Les dijo con amor la verdad a las madres abortivas. Vi lágrimas en sus ojos, eran lágrimas de curación.
Mary Wagner, diciembre 2014.