El significado de la oración por los moribundos se ha desvanecido en la actualidad en el pueblo cristiano. Ya no se vela a los difuntos. Nos apresuramos a decir que está en el Paraíso para evitar tener que orar. Afortunadamente tenemos la invocación del Ave María “y a la hora de nuestra muerte” Al pie de la cruz estaba María, Nuestra Señora de la Compasión.
La hora de la Pasión de Jesús es también la hora de la compasión de la Virgen. También rezamos por nuestra hora, para que sea también ¡la hora de María Consuelo de los afligidos! La experiencia muestra que muchos de los agonizantes llaman a su madre.
Si nosotros invocamos a María a la hora de nuestra muerte es porque solo ella, a partir del día de su Asunción, se unió a su Hijo Jesús en la gloria del cielo en cuerpo y alma. De manera que ella está en capacidad de recibirnos como una “buena anfitriona” en el Paraíso. Por eso la Liturgia de la Iglesia la llama “Puerta del cielo siempre abierta” y nos suplica mirar la estrella para llegar al puerto de toda felicidad.
Padre Guillaume de Menthière: Tomado del libro Je vous salue Marie, (Dios te salve María) Paris