Beata está encinta de nueve meses, pero aún le falta tiempo antes de la fecha prevista para el parto. Se unió a su amiga Sylvia en Czestochowa (Polonia) para asistir a la misa del Papa Francisco, ese 28 de julio de 2016.
La misa comienza. Ella siente la primera contracción. Sylvia se inquieta, Beata la tranquiliza: "No hay que preocuparse. Todavía me queda tiempo". La primera lectura estuvo acompañada por otra contracción. Después del Evangelio, en la homilía, el Papa habla de la llegada de Dios, que ha enviado a la tierra a su Hijo, nacido de una mujer. Beata da muestras de dolor.
De repente, las dos amigas se dan cuenta de lo que está sucediendo. El equipo médico entiende la situación y decide llevarla al hospital más cercano. El Papa, milagrosamente, se enteró de la noticia del nacimiento y le dijo a Beata que le daba su bendición a ella y a su bebé.
El bebé nació a las 2:31 p.m. en el hospital Czestochowa. "Creo que este día ha sido un inmenso don de Dios", dijo más tarde la orgullosa madre, "Él supo que yo estuve deprimida durante algún. Sin embargo, no me esperaba semejante regalo de Dios. Esto me ha transformado.”