28 enero - Italia. N. S. del Pueblo (1771)

En la escuela del silencio de María (II)

Gracias a María, Juan creció igualmente en su conocimiento de Cristo. María no había olvidado nada de su infancia, de sus gestos familiares, de su manera de ser; todo lo había guardado en su corazón. Sus recuerdos esclarecían una personalidad específicamente humana, al menos en sus apariencias, ya que "un hombre es siempre un niño para su madre". Jesús siendo Dios no quiso escapar a esa ley. Su debilidad, su fragilidad de hombre, quiso vivirlas al lado de una mujer y de una madre. ¿Quién mejor que María para dar testimonio de ello?

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