Joaquín tomó por esposa a Ana, una mujer digna de los mayores elogios. Como la primera Ana, la de los tiempos antiguos, afligida por la esterilidad, que había obtenido gracias a la oración dar a luz a Samuel, ella de la misma forma obtuvo de Dios traer al mundo a la Madre de Dios. En ese sentido ella no desmerita en nada a las mujeres más ilustres. La gracia, que eso significa el nombre Ana, da a luz a la soberana, que es lo que significa el nombre María. María, en efecto, ha sido verdaderamente reconocida como la soberana de todas las criaturas. Ella, que es la Madre del Creador, nació en la casa de Joaquín y fue luego llevada al Templo. « Instalada en la casa de Dios" y nutrida por el Espíritu Santo, como un olivo fértil, se convierte en morada de todas las virtudes. Al separar su corazón de todas las codicias de esta vida y de la carne, conserva su alma virgen tanto como su cuerpo, como corresponde a quien iba a concebir a Dios en su seno.