El Escapulario ahonda sus raíces en la larga historia de la orden Carmelita, donde representa el compromiso de seguir a Cristo como María, modelo perfecto de todos los discípulos de Cristo. Este compromiso tiene su origen lógico en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios. La Virgen nos enseña a vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los acontecimientos de la vida; a escuchar la voz (palabra) de Dios en la Biblia y en la vida, poniendo después en práctica las exigencias de esta voz; a orar fielmente sintiendo a Dios presente en todos los acontecimientos. A vivir cerca de nuestros hermanos y a ser solidarios con ellos en sus necesidades.