Santa Teresa ha expresado en algunas líneas doctrinales su experiencia y su contemplación del misterio de la Virgen María. Hubiera, sin duda alguna, trazado una hermosa síntesis de espiritualidad mariana si, como fue su intención, hubiese comentado el "Ave María" como hizo con el Padre Nuestro en la primera redacción del Camino de Perfección. Podemos afirmar que entre las virtudes características de la Virgen que Santa Teresa propone a la imitación, hay una que las resume todas. María es la primera cristiana, la discípula del Señor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz (Camino 26,8). Es el modelo de una adhesión total a la Humanidad de Cristo y a la comunión con Él en sus misterios, de manera que Ella es el modelo de una contemplación centrada en la Sacratísima Humanidad (Cfr. Vida 22,1; Moradas VI, 7,14). Entre las virtudes que son también las de la vida religiosa carmelitana podemos citar: la pobreza que hace a María pobre con Cristo (cfr. Camino 31,2); la humildad que trajo a Dios del cielo "en las entrañas de la Virgen" (Camino 16,2) y por eso es una de las virtudes principales que hay que imitar: "Parezcámonos en algo a la gran humildad de la Virgen Santísima" (Camino 13,3); la actitud de humilde contemplación y de estupor ante las maravillas de Dios (Conceptos de Amor de Dios, 6,7) y el total asentimiento a su voluntad (Ibid.).