Porque eres bella, porque eres inmaculada, La mujer en la Gracia por fin restaurada. La criatura en su honor primigenio y en su plenitud final. Como salió de Dios en la mañana de su esplendor original, Inefablemente intacta por ser la Madre de Jesucristo Que es la Verdad en tu regazo Esperanza y fruto único. Porque Tú eres la mujer, el Edén de la ternura olvidada, Cuya mirada llega al corazón de súbito Y hace brotar las lágrimas retenidas. Porque me salvaste a mí y salvaste a Francia Porque ella también como yo Fue para ti ese algo en el que pensaste. Porque Tú interviniste cuando todo se tambaleaba Porque nos has salvado una vez más Porque es el mediodía Porque llegamos a este día Porque estas aquí para siempre. Sencillamente, porque eres María. Por existir, sencillamente, Madre de Cristo, te doy las gracias.