Evocando la encarnación del Verbo en el seno de María y su natividad celebrada el 25 de diciembre, el Papa Francisco afirma en su mensaje Urbi et Orbi del 24 de diciembre:
«El acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años*, se renueva por obra del Espíritu Santo, el mismo Espíritu de Amor y de Vida que fecundó el seno de María y, de su carne humana, formó a Jesús. Así hoy, en el nacimiento de nuestro tiempo, la Palabra eterna de salvación se encarna de nuevo y verdaderamente, le dice a cada hombre y a cada mujer, le dice al mundo entero: ¡Te amo, te perdono, vuelve a mí, la puerta de mi corazón está abierta para ti!
Hermanas, hermanos, la puerta del corazón de Dios está siempre abierta, ¡volvamos a Él! ¡Volvamos a este corazón que nos ama y nos perdona! ¡Dejémonos perdonar por Él, dejémonos reconciliar con Él! ¡Dios siempre perdona! Dios perdona todo. Dejémonos perdonar por Él.
Éste es el significado de la Puerta Santa del Jubileo, que he abierto aquí en San Pedro: representa a Jesús, Puerta de la salvación abierta a todos. Jesús es la puerta; Él es la Puerta que el Padre misericordioso abrió en medio del mundo, en el corazón de la historia, para que todos podamos volver a Él. Todos somos como ovejas perdidas y necesitamos un Pastor y una Puerta para regresar a la casa del Padre. Jesús es el Pastor, Jesús es la Puerta.
Hermanos, hermanas, ¡no tengáis miedo! ¡La puerta está abierta, la puerta está abierta de par en par! No es necesario llamar a la puerta. Está abierta. ¡Vamos! Reconciliémonos con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos unos con otros, incluso con nuestros enemigos. La misericordia de Dios todo lo puede, deshace todos los nudos, derriba todos los muros de división, la misericordia de Dios disuelve el odio y el espíritu de venganza. ¡Vamos! Jesús es la Puerta de la Paz.
Al inicio de este Año Jubilar, invito a cada persona, a cada pueblo y a cada nación a tener el coraje de cruzar la Puerta, a convertirse en peregrinos de la esperanza, a silenciar las armas y a superar las divisiones. »
Que María, Madre del Verbo y «Puerta del Cielo», nos guíe en este camino jubilar como auténticos peregrinos de la Esperanza.