23 de febrero – San Policarpo, obispo de Esmirna y mártir (+ 155) – Alemania, Wangen/Wigratzbad: Aparición de María Madre Inmaculada de la Victoria à Cecilia Geyer (1938), culto autorizado

Como María, la humanidad está hecha para acoger la vida de Dios

© Shutterstock/Sthaporn Kamlanghan
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La Inmaculada Concepción de María, el luminoso origen de su ser, se revela en la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu. María se expresa plenamente en este misterio: Ella no existe para sí misma, sino para entregarse a la obra de Dios.

La humanidad recreada en el perdón ya no puede aspirar a su realización terrena y temporal; está hecha para la felicidad del otro mundo, para la felicidad de Dios. La humanidad está hecha para acoger y compartir la vida de Dios, para escuchar la Palabra y ponerla en práctica, para hacerla dar su fruto divino. Aceptando dejarse recrear inmaculadamente, el creyente vive sólo de Dios y para Dios.

El privilegio de María no la convierte en una excepción en nuestra humanidad, sino que se convierte en Aquella en quien la humanidad es restaurada en su gracia y su fecundidad. María yace en el corazón de Dios, en el hueco de la roca de donde mana el manantial. Allí está Ella, primer tabernáculo de la historia, portadora de Dios.

Ella nos enseña a arrodillarnos para unirnos, en la realidad de nuestra vida pecadora, a la fidelidad de un Dios que sólo puede darse y que se da. Arrodillarnos en el barro para dejarnos reconciliar con nosotros mismos, con nuestra existencia marcada por el rechazo pero que siempre puede abrirse al don permanente de la vida. De rodillas para encontrarnos con un Dios que se ha rebajado tanto, hasta el punto de juntarse con nosotros en el barro, hasta el punto de implorar de nosotros la sencilla aceptación de su perdón que nos recrea.

Pedro debe dejarse lavar, para que de él broten lágrimas de arrepentimiento y la confesión de un pobre amor simplemente injertado en la fidelidad de su Maestro. Entonces podrá existir verdaderamente, ya no basándose en la propia confianza y en sus proyectos, sino dejándose llevar allí adonde no querría ir solo, hasta el extremo del Amor.

 

Padre André Cabes

L' Immaculée Conception, Bonne Nouvelle pour notre temps. (La Inmaculada Concepción, Buena Nueva para nuestro tiempo). Basílica de Verdelais, 5 de diciembre de 2009

www.sanctuairedeverdelais.fr

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