Después de la negación y la muerte de Jesús, Pedro se encuentra con María quien lo llama. María dijo suavemente: «Simón de Jonás, ven.» Nada. "Simón Pedro, ven." Nada. "Pedro de Jesús y María, ven." Un amargo ataque de lágrimas. Pero él no entra. María se levanta, deja el abrigo sobre la mesa y se dirige a la puerta.
Pedro está acurrucado afuera como un perro sin amo. Llora tan fuerte que no oye el crujido de la puerta al abrirse ni el sonido de las sandalias de María. Se da cuenta de que está allí cuando Ella se inclina para tomarle la mano y lo obliga a levantarse. Ella entra en la habitación arrastrándolo como a un niño, cierra la puerta y echa el pestillo, y, encogida por el dolor, como él por la vergüenza, regresa a su sitio.
Pedro se pone a sus pies, de rodillas, y llora sin contenerse. María le acaricia el cabello canoso, transpirado por el dolor. Nada más que esta caricia hasta que esté más tranquilo. Finalmente, cuando Pedro dice: "No puedes perdonarme. No me acaricies, porque lo he negado", María responde:
«Pedro, tú lo negaste, es verdad. (...) Pedro de mi Hijo, pobre Pedro en esa hora de oscuridad estabas, como todos, en manos de Satanás, y no te diste cuenta y creíste haber actuado por ti mismo. Ven, ven aquí al corazón de la Madre de los hijos de mi Hijo. Aquí, Satanás ya no puede hacerte daño. (...)
Al pie de la Cruz fui martirizada por Él y por ti y ¿cómo no lo sentiste? —Y les llamé, tan fuerte, que creo que realmente vinieron a mí. Y, encerrados en mi corazón, o mejor dicho, puestos sobre mi corazón los mantuve bajo el baño de su Sangre y de sus lágrimas. Yo pude, porque Él, en Juan, me hizo Madre de toda su descendencia...
¡Cuánto deseaba verte!... Aquella mañana, aquella tarde, aquella noche y aquel nuevo día... ¿Por qué hiciste esperar tanto a una Madre, pobre Pedro, herido y pisoteado por el Demonio? ¿No sabes que el trabajo de las madres es arreglar las cosas, sanar, perdonar, devolver el bien? "Te llevo de nuevo a Él."
María Valtorta L'Évangile tel qu'il m'a été révélé, (El Evangelio tal como me fue revelado) Tomo X p. 361 - 363