Estrella, luz suave que nos llega desde lo más profundo del cielo. La Virgen María guía nuestro caminar hacia Dios. Vivimos tiempos convulsos, donde el mar parece embravecido. Nuestra confianza, nuestra fe corre el riesgo de flaquear y hacer zozobrar la barca de nuestra alma.
Pero Ella está ahí, María, nuestra Estrella, el faro en la noche de nuestra vida. No es solo la madre que protege, que evita todos los peligros y alivia del esfuerzo a quienes le rezan. Es una madre que precede a sus hijos y los anima con el ejemplo de sus virtudes, de su fe, de su humildad, de su caridad, para hablar solo de las virtudes teologales tan bien practicadas por los Magos. Ella está con nosotros en esta subida que muchas veces parece ardua y que constituye nuestra vida cristiana.
Los Reyes Magos supieron esperar, renunciar, abandonarse, partir. Advertidos como nosotros, siguieron adelante. Dejaron a un lado su vida social y dieron prioridad a su alma y santificación, quizás incluso sin saberlo. ¡De la noche a la mañana vieron la señal que Dios les envió! ¿Sabremos, a su vez, nosotros escuchar la llamada de Dios, la necesidad de nuestra alma de encontrarlo en nosotros, de asir la gracia que nos ha sido dada?
La misma María con su radiante belleza brillará en cada una de sus apariciones. A menudo utilizará su luz para ser encontrada y reconocida. Llegará incluso a hacer caer una estrella para marcar un lugar donde desea que se le rece, como en Montebourg, donde es invocada bajo el nombre de Nuestra Señora de la Estrella y se convertirá en la Virgen de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. En la calle del Bac de París, la Virgen María dirá que está triste porque algunos de los rayos que nos envía no son luminosos (estos representan las gracias que no le pedimos).
Ella es quien ilumina nuestra vida con esperanza; Ella es nuestra estrella hacia Dios y camino hacia nuestra bienaventurada eternidad. San Juan Bautista de la Salle observará: «No basta navegar con seguridad, hay que llegar a puerto. Esta Estrella del Mar, la Santísima Virgen, os conducirá hasta allí sin dificultad porque Ella lo conoce muy bien».