El 3 de enero de 1915, un sacerdote alemán, herido y hecho prisionero en la batalla del Marne, murió en una ambulancia francesa donde se encontraban unas religiosas. Antes de morir, les dijo:
“Como soldado debería permanecer en silencio, pero como sacerdote creo que debo decir lo que vi.
Durante la batalla del Marne, nos sorprendió que nos hicieran retroceder porque éramos legión en comparación con los franceses y esperábamos llegar a París. Pero vimos a la Santísima Virgen toda vestida de blanco con un cinturón azul, inclinada hacia París... Nos dio la espalda y con su mano derecha pareció alejarnos... Esto lo vi yo y un gran número de los nuestros también".
En los días en que este sacerdote alemán hablaba así, dos oficiales alemanes, prisioneros como él y heridos, entraron en una ambulancia de la Cruz Roja Francesa. Los acompañaba una enfermera de lengua alemana. Cuando entraron en una habitación donde había una estatua de Nuestra Señora de Lourdes, se miraron y dijeron: "¡Oh, la Virgen del Marne!".