16 de abril – Miércoles Santo - Italia, Gênova: Nuestra Señora de las Viñas (1816) – Fallece santa Bernardita Soubirous en Nevers, Francia (1879)

El estudiante acababa de recibir el escapulario

© Unsplash/Andres F. Uran
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Mis padres me enviaron al seminario menor para completar mi educación. Estaba estudiando filosofía. El día de la Asunción del año 1811, tuve la alegría de recibir el escapulario.

Como la ceremonia tuvo lugar por la tarde, los diversos ejercicios de la casa me impidieron rezar las oraciones que  los cofrades  acostumbran hacer todos los días. Llegó la hora de dormir, y recuerdo mi omisión cuando me disponía a apagar la vela. La había puesto al lado de mi cama, sin pensar en las consecuencias que esta imprudencia podría tener, y comencé a rezar las oraciones del escapulario. Eran aproximadamente las nueve…

Alrededor de las nueve y cuarto me desperté, a pesar de estar profundamente dormido. Un fuerte sentimiento de miedo, causado por el recuerdo de la vela encendida, me hizo levantarme de un salto, y ​​cuando me giré para apagarla, me vi en medio del fuego y del humo.

Fue sin duda el movimiento que hice para acostarme, mientras decía mis oraciones, cuando me cogió el sueño, lo que hizo que la vela cayera sobre mi almohada que comenzó a arder y mi colchón también. La madera de la cama, al lado de mi cabeza, era sólo un carbón encendido. Mi pequeña habitación estaba llena de un humo tan denso que, en cuanto abrí la puerta para pedir ayuda, enseguida inundó la casa.

Por mi parte no sentí el más mínimo daño. No perdí la punta de un solo cabello de mi cabeza. El médico, al día siguiente viendo en las paredes y en la cama las huellas del incendio, tan difícilmente extinguido, se asombró de que, si las llamas me habían perdonado, al menos no me hubiera asfixiado el humo. Yo mismo no logro comprender mi calma ante lo vivido.

Di gracias a Nuestra Señora del Escapulario, y no dudo que fue esta buena Señora quien se dignó cuidar de mi vida, por respeto a la intención que yo tenía de rezarle, intención que sin embargo cumplí tan mal.

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