Según la enseñanza católica, está prohibido adorar a cualquier criatura y María es una criatura, pues fue creada por Dios: "Porque ninguna criatura puede jamás ser considerada igual al Verbo encarnado y Redentor" (Lumen gentium, no. 62).
El Segundo Concilio de Nicea, en el 787, estableció una clara distinción entre el culto debido únicamente a Dios y la veneración o el honor (a menudo llamado “dulía”) que se puede rendir a María, a los ángeles o a los santos.
Como María es "Reina de los Santos" y "Reina de los Ángeles", se le puede dar gran veneración (hiperdulía). Sin embargo, María nunca podrá recibir la adoración debida solo a Dios.
Robert Fastiggi, 7 de mayo de 2024.
Extractos de: www.catholicreview.org