El gran santuario que vemos al llegar a Asís fue construido durante el siglo XVI. En su interior, como dentro de un estuche, encontramos la humilde y pequeña iglesia de la Porciúncula, cuna de la orden franciscana. En efecto, después de haber reparado dos iglesias, Francisco reparó la iglesia de Santa María de los Ángeles y comenzó en este lugar la Orden de los Frailes Menores.
Aquí se celebraron los primeros “capítulos” o asambleas de hermanos. Aquí también murió el santo, en 1226. Relato de la llegada de san Francisco a este lugar:
“San Francisco de Asís fue a un lugar llamado Porciúncula, donde antiguamente se había construido una iglesia en honor de la bienaventurada Madre del Salvador; pero esta iglesia luego quedó desierta y nadie se hizo cargo de ella. El hombre de Dios, conmovido por tal abandono y animado por el amor ardiente que profesaba a la Reina del mundo, regresaba con frecuencia a este lugar para reparar su templo. Pero sabiendo que, según el nombre de esta iglesia llamada María de los Ángeles, los santos ángeles aparecían allí con frecuencia, Francisco se instaló allí por respeto a estos espíritus celestiales y por la devoción particular que tenía a la Madre de Jesús.
Nuestro santo amó siempre este lugar con preferencia a todos los lugares del mundo: allí puso las bases de una vida perfecta, allí avanzó maravillosamente en la virtud, allí completó su carrera con una muerte bendita y al morir recomendó este lugar a sus hermanos como verdaderamente querido por la Virgen.
Un religioso muy edificante tuvo una visión sobre este tema, antes de dejar el mundo, digna de ser relatada. Vio alrededor de esta iglesia una multitud innumerable de hombres afectados por la ceguera, de rodillas y con el rostro vuelto hacia el cielo. Todos levantaban las manos y clamaban con lágrimas a Dios, implorando su misericordia y pidiendo su luz. Entonces, una llama brillante, proveniente del cielo, se extendió sobre ellos, iluminó sus ojos y les trajo la salvación que deseaban.
Fue en este lugar donde san Francisco comenzó a establecer la orden de los Frailes Menores, después de haber sido empujado a hacerlo por una revelación celestial»*.
Enciclopedia Mariana
*San Buenaventura, Leyenda de san Francisco, cap. II, § 20-21.