Si en la antigüedad el hombre veneraba al ángel y el ángel no veneraba al hombre, la razón era la superioridad del ángel en relación con el hombre. Esta superioridad se manifiesta de tres maneras.
Primero, el ángel es superior al hombre en dignidad, debido a su naturaleza espiritual. De hecho, está escrito (Salmo 103, 4): “Dios hizo sus ángeles de seres espirituales (e incorruptibles)”. Pero el hombre es de naturaleza corruptible. Por eso Abrahán dijo a Dios (Génesis 13, 27): “Hablaré a mi Señor, yo, ceniza y polvo». No era apropiado que una criatura espiritual e incorruptible rindiera homenaje a una criatura corruptible.
En segundo lugar, el ángel supera al hombre en su familiaridad con Dios. El ángel, en efecto, pertenece a la familia de Dios, está cerca de Él. “Miles de miles de ángeles le sirvieron y diez mil de cientos de miles de ángeles estuvieron en su presencia”, está escrito en el Libro de Daniel (7, 10). Pero el hombre es un extraño para Dios, desterrado de su rostro por el pecado, siguiendo las palabras del salmista (Salmo 104, 8): “He huido de mi Dios”. Es, por tanto, apropiado que el hombre honre al ángel, por su proximidad a la majestad divina y su intimidad con ella.
En tercer lugar, el ángel es exaltado sobre el hombre por la plenitud del esplendor de su divina gracia. Los ángeles, en efecto, participan con la mayor plenitud de la misma luz divina. “¿Podemos contar los soldados de Dios? ", dice Job 25, 3, "¿y hay uno solo sobre quien no alce su luz?". También los ángeles siempre aparecen luminosos. Los hombres también participan de esta luz de la gracia, pero con moderación y como en claroscuros.
Por tanto, no era conveniente que el ángel se inclinara ante el hombre, hasta que llegó el día en que apareció una criatura humana, superando a los ángeles, por su plenitud de gracia, por su familiaridad con Dios y por su dignidad. Esta criatura humana fue la bendita Virgen María. Para reconocer esta superioridad, el ángel le mostró su veneración con estas palabras: “Dios te salve, María”.
Santo Tomás de Aquino: Extracto de: Les plus beaux textes sur les Saints Anges (“Los más hermosos textos sobre los santos ángeles”). En www.nd-chretiente.com