El genocidio de los tutsis en Ruanda, en 1994, no preservó a la ciudad de Kibeho —ciudad de las apariciones— y 10,000 personas fueron asesinadas en la iglesia parroquial de la ciudad.
Las apariciones de la Virgen comenzaron el 28 de noviembre de 1981 y finalizaron el 28 de noviembre de 1989. El 28 de noviembre de 2006 se inauguró el Año Jubilar (25 años) y en esta ocasión, recuerda Nathalie Mukamazimpaka, una de las tres videntes de Kibeho:
«La Virgen me enseñó a rezar la corona del Rosario de los Siete Dolores porque decía que se estaba gestando una tragedia para Ruanda. Nuestra Señora nos pidió cambiar nuestro estilo de vida, amar los sacramentos, hacer penitencia, orar constantemente rezando el Rosario de los Siete Dolores por la conversión de aquellos que se habían alejado de Dios y ser humildes pidiendo perdón y perdonando».
Mons. Augustín Misago, obispo de Gikongoro (al oeste de Ruanda), comenta:
“El perdón es un elemento central del mensaje del Evangelio (…). Sin perdón, de hecho, no podemos construir una sociedad basada en el Evangelio. Sin perdón no puede haber una sociedad sana, sino solo una sociedad desgarrada”.
Mons. Misago recuerda el asombro y la preocupación que generó el relato de los videntes:
«Hoy podemos decir que hubo una predicción del drama ruandés, pero recuerdo que el 15 de agosto de 1982, en la fiesta de la Asunción, los videntes, en lugar de ver a la Virgen llena de alegría, presenciaron visiones terribles y aterradoras de cadáveres de los que brotaban abundantes chorros de sangre, abandonados insepultos en los cerros. Nadie sabía qué significaban esas terribles imágenes. Ahora podemos releer los hechos y pensar que podría ser una visión de lo que pasó en Ruanda; pero también en la región de los Grandes Lagos donde corre la sangre, en Burundi, en Uganda y en la República Democrática del Congo».
El obispo de Gikongoro agrega que el mensaje de la Virgen en Kibeho concierne a toda la humanidad. “Se necesita una conversión de los corazones para obtener mayor justicia. Vivimos en una situación de desequilibrio global en la que los ricos siguen haciéndose más ricos y los pobres cada vez más pobres. Es una situación vergonzosa que cada uno tendrá que evaluar según su conciencia”.
Enciclopedia Mariana