En este mes de noviembre dedicado a las almas del purgatorio, armados de nuestro rosario, ¡unámonos ardientemente a la Virgen María, Reina de la Iglesia purgante, y oremos por su liberación!
La liturgia de la Iglesia nos invita, particularmente en este día, a orar por la Iglesia que se encuentra en el purgatorio, por todas las almas que actualmente se encuentran en ese estado intermedio y que necesitan de nuestras oraciones y mortificaciones para borrar lo más rápidamente posible los castigos temporales por sus pecados; perdonados, pero no expiados aquí abajo.
No es un día de tristeza ni de duelo: es un día de ardiente súplica para que, por medio de María, nuestra Madre Iglesia entregue a sus hijos difuntos de forma que Dios, que es todo amor, los acoja lo más pronto posible en la vida eterna.