31 de mayo – Festividad de la Visitación de María a Isabel

La prisa de María tiene un sentido alegórico

© Shutterstock/Nancy Bauer
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En cuanto María acoge al Verbo en su seno, corre al encuentro de su prima para ayudarla. Por eso todo hombre que escucha la Palabra tiene un solo afán: servir a sus hermanos. La devoción generosa hacia el prójimo es, en efecto, el mejor síntoma de que un alma está asimilando la Palabra de Dios. La Virgen de la Visitación nos da un ejemplo sublime.

Es cierto que también podemos interpretar alegórica y místicamente el viaje de María a las montañas de Judá.

Todo sucede como si la Palabra que ahora lleva en su seno la hiciera ligera, ágil, fresca. Camina en las alturas y el Señor le da la agilidad de las gacelas como dice la Escritura (Ha 3, 19).

Su fe perfecta mueve montañas (cf. Mc 11, 23). Toda la alegría mesiánica se lee en el entusiasmo de la Virgen. ¿Es ante el Mesías presente en el vientre de María que los montes saltan como carneros, los collados como corderos? (Salmo 113, 6)

¡Cuán hermosos son los pies de aquella que camina por la montaña llevando la Buena Nueva! (cf. Isaías 52, 8).

P. Guillermo de Menthière en Je vous salue Marie (Dios te salve, María), París, 2005.

Enciclopedia Mariana

 

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