A los 14 años, Irasema Ángel, una joven estadounidense de California, adoptó un estilo de vida rebelde, marcado por el feminismo, el hedonismo y la autosuficiencia. Esta superficialidad la llevó a distanciarse de todos, incluida su familia, pero especialmente de Dios y de los sacramentos. “Pensé que era dueña de mi vida y que no tenía por qué responder ante nadie”, dijo.
Los años pasaban entre bares y discotecas, de jueves a domingo, sin interrupción. Pronto, las fiestas se convierten en una oportunidad para las drogas y la lujuria. “Nadie me educó y me era muy difícil controlarme. Me volví esclava de mis pasiones”, afirma. "En mi caso, no sabía la diferencia entre el amor y la lujuria. No tenía vergüenza ni pudor".
Esta manera de vivir impregnó de frivolidad todos los aspectos de su vida, ¡pero esto cambió radicalmente cuando la Virgen María intervino en su vida!
Durante un largo proceso personal en el que Irasema renunció a su vida pasada y se formó en la fe, comenzó a asistir a Misa en una parroquia de San Diego (Estados Unidos). Allí "se esfuerza por cumplir la voluntad de Dios", pero todavía le resulta difícil superar determinadas situaciones debido a hábitos muy arraigados en ella desde hacía tiempo.
Cuando su fe comienza a flaquear, una amiga la invita a participar en un baile tradicional en honor a Nuestra Señora de Guadalupe. En cada reunión, el grupo de danza reza el Rosario antes y después de cada ensayo para prepararse para la peregrinación del 12 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de Guadalupe.
Ese día, Irasema es una de las peregrinas que veneran a la Virgen. Dice que durante el viaje no sintió nada especial; pero, cuando entró a la iglesia al final de la procesión, se le saltaron las lágrimas, algo que aún no logra explicar. "No sabía lo que estaba pasando. Nunca le había pedido nada directamente a la Virgen, pero le pedía a Dios todos los días mi conversión. Fue entonces cuando la Virgen vino a librarme de las garras de Satanás", dice. "Así fue como María entró en mi vida y rompí con el pecado mortal" y agrega: "Comencé a sanar mis heridas. Dios me dio una nueva oportunidad".
Andrés Henríquez, 23 de febrero de 2024.