En Medjugorje*, la Virgen María nos enseñó a sacar de nosotros mismos aquellas cosas que no nos atrevíamos a reconocer.
Al tomarnos de la mano, en el momento de la confesión, María sacó del fondo de nuestro corazón ese dolor que estaba allí desde hacía más de 10 años: ese aborto, ese niño que no supimos educar por falta de diálogo y de valor porque teníamos cinco niños pequeños en casa.
Pero eso no nos excusa. María nos ayudó a entregar ese sufrimiento al Señor para que nos perdonara y pudiéramos amarlo con un amor profundo. Cuando regresamos, hablamos de ello con nuestros hijos, que ahora son mayores. Oramos por todas esas vidas. Que nuestras oraciones ayuden a quienes dudan para que tomen la decisión correcta.
Que la Virgen María y el Señor guíen nuestros pasos.
*Medugorje, en Bosnia-Herzegovina, es un santuario mariano, lugar de peregrinación católica desde la primera aparición de la Virgen María en la "colina de las apariciones", en 1981.