Aunque hoy olvidada en Francia, aun siendo muy conocida antes de 1960, Josefa Menéndez (1890-1923) es sin duda una gran figura espiritual de nuestro tiempo. De origen español, ingresó a los 30 años en el convento de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, en Poitiers. Fue allí donde Cristo y la Virgen María se le aparecían periódicamente y hablaban con ella, desde el 5 de febrero de 1920 hasta su muerte el 29 de diciembre de 1923. Durante los últimos meses de vida de Sor Josefa, Jesús le dictaría su Llamado al amor que contiene sus mensajes, así como los de la Santísima Virgen.
Como ocurre con muchos otros grandes místicos, Jesús permite que Josefa sea atacada por el demonio y le pide que lo acepte. Pero los ataques de Satanás son en ocasiones tan violentos que Josefa a veces se queja ante el Señor y pide que le ahorre esa terrible experiencia, especialmente a principios de marzo de 1921. Luego se arrepiente de haberse quejado y pide a Jesús que la perdone.
Fue así como el 9 de marzo de 1921, la propia Virgen Santísima vino a visitar a Josefa y a entregarle un mensaje que la religiosa aquí reporta:
«En medio de la adoración, vino la Santísima Virgen, muy buena y compasiva, con los brazos abiertos como una madre. Le pedí perdón y le dije mi deseo de saber si aún podía consolar a Jesús y ganar almas para Él». Ésta es, efectivamente, su primera preocupación, pues añade: «Conociendo su corazón, no puedo dudar de su perdón».
Sor Josefa Menéndez, extracto de Un llamado al amor, Editions Apostolat de la prière, Toulouse, pág. 135