22 de junio – Proclamación del dogma de María Madre de Dios en Éfeso (431)

Con la Virgen María, encontremos una respuesta a las preguntas de nuestra cultura posmoderna

© Unsplash/Joshua Reddekopp
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Entre muchos de nuestros contemporáneos existe una fuerte tendencia a considerar obsoleto el culto legítimo que dispensamos a María. Según algunos, la piedad mariana transmite una fe simplista, más bien emotiva, marcada por la superstición o por una sensibilidad dolorista y convencional, una fe desprovista de razón, que se refugia en el sentimentalismo religioso.

La devoción a la Madre de Dios no es una piedad anticuada. El Rosario, en particular, como escribe Juan Pablo II, “en su sencillez y en su profundidad, (…) sigue siendo, en el comienzo del tercer milenio, una oración de gran significado, destinada a dar frutos de santidad”.

Al frecuentar a la Virgen María, descubrimos una visión del hombre y de la historia de la salvación que ofrece una respuesta relevante a las angustiosas preguntas de nuestra cultura posmoderna.

Mons. Dominique Rey, El misterio del Rosario, Ediciones del ’Emmanuel, París, 2008, pág. 5.

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