Lo sé, lo maravilloso tiene sus excesos. Al querer creer en todo, llega una tarde de desilusión en la que ya no se cree en nada. Los incrédulos son reclutados entre antiguos crédulos, rara vez entre antiguos creyentes.
Conozco también la infinitud de Dios, (..) y te conozco, bondadoso Señor: nunca hay viento en tus dones. Basta con mirar las libélulas en los estanques, el bosque de arces en otoño e incluso algo del brillo de la luna de noviembre en el asfalto. Eres diligente, perfeccionista, incansablemente retocas el universo. ¡Tú que pusiste tanto de ti en inventar un simple puerro, cuánto debiste haber invertido en crear a tu Madre! Ella solo puede ser maravillosa.
Así como la planta produce plantas, como el perro produce perros, como el hombre, hombres, la Maravillosa hace maravillas. Lo contrario sería sorprendente.
Didier Decoin
Extracto de La Sainte Vierge a les yeux bleus (“La Santísima Virgen tiene ojos azules”), Seuil 1984.