Oh, Madre amada, tú que conoces tan bien los caminos de la santidad y del amor, enséñanos a elevar con frecuencia nuestra mente y nuestro corazón hacia la Trinidad, para fijar en ella nuestra atención respetuosa y afectuosa.
Y ya que caminas con nosotros por el camino que conduce a la vida eterna, no ignores a los débiles peregrinos que desean recibir tu caridad. Vuelve a nosotros tu mirada misericordiosa, atráenos a tu claridad, inúndanos con tu dulzura, llévanos a la luz y al amor. Llévanos cada vez más lejos y más alto hacia los esplendores de los cielos.
Que nada jamás perturbe nuestra paz ni nos aleje del pensamiento de Dios, sino que cada minuto nos lleve más a las profundidades del augusto misterio, hasta el día en que nuestra alma florezca plenamente con la iluminación de la unión divina y vea todas las cosas en eterno amor y unidad. Así sea.
Oración de Marta Robin*
*Marta Robin (1902 -1981), mística católica francesa que vivió en Châteauneuf de Galaure, en el departamento de la Drôme.