Hay que temer tocar este misterio de la Santísima Virgen María. Es una cosa profunda, muy pura, muy luminosa y quien carece de lo necesario para acercarse a él —este es el caso de cada uno de nosotros, debido a nuestra resistencia, a la limitación de nuestra inteligencia— lo rebajará, lo distorsionará en su dimensión particular.
Debemos pedir a la misma Virgen María que abra nuestros corazones, que los haga transparentes, para que su misterio no se reduzca en nosotros, a nuestra medida, sino que seamos transformados por la luz de este.
Card. Journet, citado por Mons. Brincard, exobispo de Puy en France, fallecido en 2014. El texto aparece en el prefacio del libro de Daniel-Ange, Touche pas à ma Mère (“No toques a mi Madre”), Editions Le Sarment-Fayard.