Temías acercarte al Padre. Con solo escuchar su voz, corrías temblando a esconderte entre el follaje. Él te dio a Jesús como tu mediador.
Con tal Padre, ¿qué no obtendrá tal Hijo? Será escuchado por la consideración que merece (Heb 5,7) porque el Padre ama al Hijo (Jn 3,35). ¿Tiemblas incluso al acercarte a Él? Él es tu hermano, es tu carne, en todo ha sufrido pruebas (Heb 4,15), excepto el pecado, para ser misericordioso: este hermano es María quien te lo dio.
¿Pero tal vez todavía temes a la majestad divina porque, aunque se hizo hombre, sigue siendo Dios? ¿Quieres también tener un abogado cerca de Él? ¡Recurre a María! En María solo hay humanidad pura, pura no solo de toda contaminación, sino también pura de cualquier aleación con otra naturaleza.
Sin dudarlo afirmo: Ella será escuchada, en consideración a sus méritos. Ciertamente el Hijo oirá a su madre y el Padre oirá a su Hijo.
San Bernardo († 1153), Sermón sobre la Natividad de María «De aquaeductu» (Sermón del acueducto) § 7.