A principios de este año 2024, fue beatificado uno de nuestros patriarcas maronitas, Mar Estephan Douaihy. En sus escritos evoca a María como portadora de esperanza y gracia de Dios en nuestra vida: “Hizo de su Madre canal de misericordia y fuente de vida, para que a través de Ella derramara su bondad y bendiciones sobre todas las almas sedientas”, escribió el patriarca beatificado.
Como maronitas, estamos orgullosos de nuestra fe y de nuestra oración. La Divina Liturgia es la fuente principal de nuestra espiritualidad y de nuestra comprensión de la fe. Naturalmente, el Rosario se convierte en nuestra oración favorita y la más importante después de la Divina Liturgia.
Aunque el Rosario no es de origen maronita, se ha convertido en una de las formas de oración más poderosas e influyentes de nuestra tradición. Al parecer, el Rosario se introdujo en el Líbano ya en 1580, cuando los maronitas aprendieron esta hermosa oración que refleja la vida de la Virgen, de su Hijo Jesucristo y los misterios de la fe y la salvación.
A partir de ese momento, el Rosario se convirtió en un ancla en la vida diaria de los maronitas, especialmente en tiempos de prueba y sufrimiento, en tiempos de guerra, persecución, enfermedad o muerte. En esos momentos acudimos a nuestra Santísima Madre en busca de ayuda e intercesión.
Historias transmitidas de generación en generación hablan de soldados libaneses rezando el Rosario en las iglesias, antes de salir a defender su fe. Esto muestra cuán poderoso e influyente es el Rosario en la vida de los maronitas, quienes incluso cuando eran superados en número en la batalla, acudían a su Madre espiritual en busca de guía y protección.
¡Basta tomar el ejemplo de nuestros propios santos maronitas, Charbel, Rafqa y Nehmetallah, quienes tenían una fuerte devoción a la Virgen a través del Rosario!