El jueves 21 de agosto de 1879, sobre las 19:00 horas, en Knock Mhuire, condado de Mayo (Irlanda), María Mc Loughlin, de 45 años, y María Byrne, de 29, vieron unas “imágenes luminosas” en la fachada de la iglesia parroquial. Sorprendidas, las dos mujeres observan: “Efectivamente, se trata de una aparición de la Virgen”, concluyen y advierten a quienes las rodean.
Llegan corriendo 16 personas, que ven a la Virgen durante casi dos horas. La lluvia torrencial les impide a algunos quedarse hasta el final. Otros se van y luego regresan y hacen la misma constatación. Puede verse a la Virgen de pie, elevada entre 30 y 60 cm del suelo. Su altura es la de una persona promedio. Está vestida de blanco y lleva una corona dorada. Parece estar rezando.
Le acompañan san José y san Juan Evangelista. “San Juan iba vestido como un obispo predicando. Llevaba una pequeña mitra en la cabeza”, explica Patrick Hill, quien también vio ángeles. Los testigos también ven un “altar” sobre el que estaba un “cordero”, detrás del cual se erguía una cruz.
Ningún mensaje acompañó la aparición silenciosa, pero las curaciones corporales impresionaron a la opinión pública. Sobre el altar, el Cordero inmolado recuerda el sacrificio del Calvario, hecho presente cada día en la Misa y en el cielo, la ofrenda de Cristo al Padre (Carta a los Hebreos).
San Juan Evangelista aparece como sacerdote y señala a María presente al pie del Calvario, sufriendo cruelmente con su único Hijo, asociada con un corazón materno a su sacrificio, para ser entregada finalmente como madre, por el mismo Cristo Jesús en la cruz, al Discípulo Amado con estas palabras: “Mujer, he ahí a tu Hijo” (cf. Jn 19, 26-27; Lumen gentium 58). San José es el marido de María, el modelo de padre y marido. Es también un maestro de oración y patrón de la Iglesia. El 8 de diciembre de 1872, Pío IX declaró a san José patrón de la Iglesia universal.
En 1879, el arzobispo diocesano creó una comisión de investigación que concluyó positivamente al año siguiente. En 1936, Mons. Gilmartin, arzobispo de Tuam, abrió una oficina de constataciones médicas para estudiar científicamente las supuestas curaciones y posteriormente creó una nueva comisión de investigación que retomó las conclusiones positivas de 1880. En 1957, el santuario fue afiliado a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, con indulgencias especiales.
Al final del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI invitó al obispo de Knock a celebrar Misa con él y con los obispos que estaban a cargo de los santuarios más famosos del mundo.