Nadie sabe aún cómo el 11 de abril de 1997 se produjo un gigantesco incendio, que comenzó en cuatro o cinco puntos localizados en una capilla de la catedral de San Juan Bautista en Turín (Italia), la cual albergaba la Sábana Santa. Pero el precioso cofre de plata que contenía la Sábana Santa, que debería haberse encontrado en el corazón del incendio, es decir, en esta capilla que lo alberga desde hace más de tres siglos, había sido trasladado al altar mayor debido a unas recientes obras de restauración.
El fuego, sin embargo, fue muy fuerte y destruyó la capilla Guarino Guarini, la cúpula barroca del siglo XVII, así como la galería de madera que unía la catedral y el palacio real de la Casa de Saboya. Cuando parecía que todo estaba perdido, un bombero llamado Mario Trematore se lanzó entre las llamas arriesgando su vida, con un mazo en la mano, mientras todo a su alrededor se derrumbaba, explotaba y ardía. Rompió la caja fuerte compuesta por ocho capas de vidrio ultrarresistente que protegía la Sábana Santa:
“Sentí en mi brazo la fuerza de los dos mil millones de cristianos que veneran la Sábana Santa. Di tal vez unos cien golpes y Dios me dio la fuerza para romper esos vidrios a prueba de balas. Es casi un milagro [...] Finalmente, cuando todas las placas de vidrio cedieron y, mientras las vigas caían desde arriba, logré tomar con ambas manos el relicario que contenía la Sábana Santa y llevarlo fuera a toda prisa. Algunos sacerdotes se me acercaron. Y casi todos lloraban”.
Ver también: Enciclopedia Marian