11 de septiembre – Venezuela: Nuestra Señora de Coromoto

¿Por qué rezar el Rosario y por qué ahora? (II)

CC0/wikimedia
CC0/wikimedia

En 1973, el cardenal Albino Luciani, entonces arzobispo de Venecia y futuro papa Juan Pablo I, pronunció una homilía en la que señaló una "crisis de oración" en el mundo y agregó que se debía en parte a que "el ruido ha invadido nuestra existencia".

También nos enfrentamos a un abundante ruido interior. La cualidad meditativa de esta devoción puede ayudarnos a concentrarnos y superar el ruido exterior. Al mismo tiempo, rezando esta sencilla oración con frecuencia, fidelidad y humildad, podemos derribar nuestras barreras internas.

Monseñor Fulton Sheen, prelado estadounidense y uno de los grandes intelectuales, espirituales y mediáticos del siglo XX, tenía una profunda devoción por la Santísima Virgen. En una conferencia titulada "La mujer que amo", explica que María y la Iglesia están íntimamente unidas porque "cuando abandonamos la devoción a la Santísima Virgen, el amor a la Iglesia siempre disminuye". ¡Esta observación es sorprendentemente precisa! Cuanto menos rezamos y veneramos a María, menos nos unimos a la Iglesia. De ello se deduce que lo contrario también es cierto.

El Rosario es una devoción que necesitamos desesperadamente hoy. Los católicos del siglo XXI están en su mayoría menos apegados a la Iglesia. Se ha desarrollado una brecha significativa y creciente entre la enseñanza moral de la Iglesia y la evolución de nuestras sociedades seculares. En los últimos años ha aumentado el desacuerdo entre las costumbres culturales y las políticas públicas, por un lado, y la enseñanza de la Iglesia, por otro, lo que significa que la Iglesia está cada vez más en desacuerdo con las leyes de los países.

Parte del problema es la falta generalizada de formación en la fe, especialmente entre muchos adultos que se criaron como católicos. Sin embargo, la llamada universal a la santidad destaca claramente en la "Lumen Gentium" (Constitución dogmática sobre la Iglesia emitida por el Concilio Vaticano II), que nos recuerda que estamos llamados a ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto.

Para alcanzar la santidad, conviene volverse a los hombres y mujeres que ya han recorrido ese camino, es decir, a los santos. Para muchos de ellos, el Rosario era el instrumento privilegiado de su diálogo diario con el Señor. El Rosario los llevó a una intimidad cada vez más profunda con Cristo y con la Santísima Virgen.

Gretchen R. Crowe, 30 de junio de 2023.

Adaptado de: www.thecatholicspirit.com 

Suscribirse es fácil (y también darse de baja).
No lo dudes: suscríbete hoy. ¡Es gratuito!