Rezamos el Rosario, una oración hermosa y vital, porque nos pone en contacto con la vida de Jesús y María. Y meditamos los misterios gozosos, que nos recuerdan que la Iglesia sólo puede ser casa de la alegría. La pequeña capilla en la que nos encontramos es una bella imagen de la Iglesia: acogedora, sin puertas. La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. Y aquí también podemos destacar que todos pueden entrar, porque es la casa de nuestra Madre, y que una madre siempre tiene el corazón abierto a todos sus hijos, a todos, sin exclusión.
Estamos aquí, bajo la mirada materna de María, estamos aquí como Iglesia, Iglesia Madre. La peregrinación es precisamente una característica mariana, porque la primera en peregrinar después del anuncio de Jesús fue María. Tan pronto como se enteró de que su prima estaba embarazada –era de edad muy avanzada– partió apresuradamente. El Evangelio dice “se apresuró”, diríamos “salió de prisa”, se fue de prisa con este deseo de ayudar, de estar presente.
Los títulos de María son numerosos, pero pensándolo bien, también podríamos decir: Nuestra Señora que viene corriendo, cada vez que hay un problema, cada vez que la invocamos, ella no llega tarde, se apresura, “Nuestra Señora en un Date prisa”, ¿te gusta? Digámoslo todos juntos: “Nuestra Señora de prisa”. Ella se apresura a estar cerca de nosotros, se apresura porque es Madre. En portugués decimos “apressada”, me dijo Mons. d’Ornelas. Nuestra Señora “apressada”. Y es así como acompaña la vida de Jesús, que no se esconde después de la Resurrección, que acompaña a los discípulos en la espera del Espíritu Santo y que acompaña a la Iglesia que comienza a crecer después de Pentecostés. Nuestra Señora que cuida y Nuestra Señora que acompaña.
Ella siempre acompaña. Ella nunca es la protagonista. La misión acogedora de María nuestra Madre es doble: primero acoge y luego muestra a Jesús. En su vida, María no hace otra cosa que mostrar a Jesús. “Haced todo lo que él os diga. " Sigue a Jesús.
Estos son los dos gestos de María, pensemos en ello: nos acoge a todos y señala a Jesús. Y lo hace con un poco de reflexión, “apressada”. Madre solidaria que nos acoge a todos y nos muestra a Jesús. Y cada vez que vengamos aquí, recordemos esto. María se hizo presente aquí de manera especial, para que la incredulidad de tantos corazones se abriera a Jesús. Con su presencia nos muestra a Jesús, nos muestra siempre a Jesús. Y hoy Ella está aquí entre nosotros, sigue entre nosotros, pero hoy la sentimos mucho más cerca. “María tiene prisa”.
Papa Francisco, 5 de agosto, en la meditación del Rosario durante la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa.