Cristo Jesús dio su vida “para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos”. (Juan 11, 52). María, su Madre, también tiene un papel importante en este proyecto de unidad:
«La presencia de la Madre es garantía de fraternidad y acogida del Espíritu Santo. Solo María pudo hacer de los apóstoles de Jesús, antes y después de Pentecostés, un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 1, 14 y 4, 32). Como si Cristo quisiera indicarnos que ha confiado a la solicitud materna de su Madre la tarea de hacer de la Iglesia una única familia, donde reine el amor y donde amemos sobre todo a los que más sufren. Sí, en María tenemos el modelo de un amor sin fronteras, el vínculo de comunión de todos nosotros, que somos por la fe y el bautismo discípulos y hermanos de Jesús» (Juan Pablo II, homilía a Nuestra Señora de Suyapa [Honduras], 8 de marzo de 1983).
Fuente: Enciclopedia Mariana