10 de noviembre – España, Madrid: Nuestra Señora de Almudena

La Santa Virgen tendió su mano poderosa y el cólera terminó

Shutterstock/Immaculate
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Los misioneros oblatos, que llegaron a Ceilán en 1847, tuvieron que hacer frente al cólera apenas tres años después de instalarse en Jaffna. Durante los cinco años que duró, este terrible mal devastó casi todas sus misiones. La población se sumió en una especie de estupor. Las escuelas estaban desiertas y el trabajo suspendido.

Los misioneros hicieron todo lo posible para cuidar a los enfermos, enterrar a los muertos y animar a los sobrevivientes. Recorrieron las calles tocando una campana para avisar a los moribundos que la gracia de Dios pasaba. Cuando el cólera llegó a la gran ciudad de Jaffna, en noviembre de 1853, fue la casta de pescadores la primera en ser aniquilada. Mil católicos de los seis mil que tenía entonces la ciudad, sucumbieron a la enfermedad. La mayoría de los oblatos contrajo la enfermedad, pero solo uno de ellos murió, el P. Víctor Lacombe.

El P. Jean Le Bescou, por su parte, se dedicó a los enfermos de manera ejemplar. Un día se acercó a una mujer no cristiana que agonizaba, abandonada por todos. Quería hablar con ella sobre el Dios verdadero y la felicidad eterna que podría disfrutar después de su muerte, pero ella lo rechazó furiosamente. Mientras se alejaba, el padre comenzó a confiar esta alma a la Santísima Virgen: “Tú, que eres refugio de los pecadores, sálvala, mi buena Madre”, gritaba en su corazón. Apenas había terminado esta oración cuando la mujer lo llamó. Ella se transformó. Él la instruyó sucintamente, la bautizó y, ante sus ojos, su alma ascendió al cielo.

Los cristianos, animados por los oblatos, no cesaron de elevar ardientes súplicas a Nuestra Señora. Conmovida por las muchas oraciones de sus hijos, la Santísima Virgen finalmente les tendió su mano poderosa y, de repente, el cólera terminó. Las circunstancias de este extraordinario favor quedaron grabadas en la memoria de los misioneros que vivieron estos acontecimientos.

Adaptado de: Andrés Dorval, OMI

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