El 1 de noviembre de 1950, el papa Pío XII dio a conocer la constitución apostólica “Munificentissimus Deus” y proclamó el dogma de la Asunción.
Anunciado el día de Todos los Santos (1 de noviembre), el dogma de la Asunción tiene significado para el destino de todos los santos: «el Cordero será su pastor y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos» (Apocalipsis 7, 17).
El Papa hizo esta proclamación en el año 1950, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial y de los horrores nazis en los campos de exterminio como Auschwitz, Dachau y otros donde el cuerpo humano fuera gravemente humillado y profanado. Y aquí el dogma de la Asunción afirma el destino sobrenatural y la dignidad de todo cuerpo humano, llamado por el Señor a ser instrumento de santidad y a participar de su gloria*.
Fuente : Françoise Breynaert, À l'écoute de Marie (“A la escucha de María”), prefacio de Mons. Rey, tomo II, Brive 2007, pág. 185.
*Juan Pablo II, catequesis en la Audiencia del 9 de julio de 1997, § 5.