Por la luz que el Espíritu Santo nos enviará a través de María, su amada Esposa, conoceremos nuestro mal más profundo, nuestra corrupción y nuestra incapacidad para todo bien; nos despreciaremos como resultado de este conocimiento y nos pensaremos con horror, mirándonos como una babosa que envenena todo con su baba, o como una serpiente traviesa que solo piensa en engañar. Finalmente, la humilde María compartirá con nosotros su profunda humildad, que hará que, por despreciarnos a nosotros mismos, ya no despreciaremos a nadie y amaremos el desprecio.
María tiene para nosotros, al menos para quien la ama, deberes caritativos como la mejor de todas las madres.
Ella nos ama tiernamente porque es nuestra verdadera Madre; porque, siendo predestinados, Dios nos ama; porque estamos consagrados a Ella; porque somos su porción y su herencia. Su amor es, por nosotros, activo y eficaz, hecho para obtenernos la bendición del Padre celestial. Ella aprovecha cada oportunidad favorable para hacernos bien. Ella aleja todos los males de sus siervos y los colma de toda clase de bienes, dándoles la gracia de vencerlos fielmente. Ella nos da buenos consejos.
Por nuestra perfecta ofrenda a Ella de nosotros mismos y de nuestros propios méritos y satisfacciones, María toma posesión de nosotros y nos hace dignos de comparecer ante nuestro Padre celestial; cambiando nuestra ropa por ropa limpia, nueva, preciosa y perfumada, es decir, por Jesucristo, su Hijo.
Ella nos da a comer el Pan de Vida que Ella formó. Ella es la tesorera y la dispensadora de los dones y gracias del Altísimo; Ella entrega una buena parte, y la mejor, para alimentar y mantener a sus hijos y siervos. Ella nos conduce y nos dirige según la voluntad de su Hijo, mostrándonos los caminos de la vida eterna y haciéndonos evitar los peligros.
Efectos maravillosos de la devoción a María
Comentario tomado de: http://reinedesanges.free.fr/dvotion.htm