En 1917, María dijo a los niños de Fátima (Portugal): «Habéis visto el infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacéis lo que os digo, muchas almas se salvarán y tendréis paz…».
También dijo: «¡Al final mi Inmaculado Corazón triunfará! » (13 de julio de 1917). « (…) Todos los que durante cinco meses, el primer sábado, se confiesen, comulguen, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando los quince misterios del Rosario, con espíritu de reparación, prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas».
Sobre la devoción al Inmaculado Corazón de María, sor Lucía (vidente de Fátima) escribe: «Los Sagrados Corazones de Jesús y de María aman y desean este culto, porque lo utilizan para atraer las almas hacia ellos, y ese es todo su deseo: salvar almas, muchas almas, todas las almas».