Nos vemos llevados así a interpretar a la Inmaculada Concepción ante todo como una ausencia intrínseca de cualquier interrupción en la relación con Dios, una apertura a la gracia de tal manera que el pecado, siempre teóricamente posible, nunca es realmente elegido.
Adán y Eva tampoco tenían pecado original, por ser anteriores a este. Pero ellos pecaron desviando hacia sí mismos los dones de la creación. María no lo hizo; pero, como decíamos, ya era así incluso antes de que tuviera el más mínimo conocimiento de la misión que le esperaba. Por tanto, no puede explicarse a través de esta misión: fue en ella un acto totalmente gratuito.
De manera que es una señal totalmente extraordinaria y humanamente inexplicable. Un acto que, por otra parte, arroja luz sobre su respuesta al ángel: cuando este le anuncia no solo un papel que supera infinitamente la condición humana y a fortiori todos los proyectos que ha podido tener antes, ella lo acepta con humildad, confiando en la voluntad divina: hágase en mí según tu palabra.
Hay, pues, en ello, si lo pensamos bien, un mensaje extraordinario sobre la naturaleza humana: uno de nosotros fue capaz, por su apertura a la gracia de la que estaba lleno, no solo de nunca pecar cuando aparentemente llevaba una vida ordinaria, sin ningún destino particular, sino sobre todo hacerlo precisamente a través de la apertura total a Dios y su gracia.
Por tanto, nos envía un importante mensaje, incluso cuando tenemos una situación diferente; porque nos ilumina sobre lo que puede ser el ser humano, al menos uno: nos muestra en su plenitud lo que puede ser la santidad, plenamente realizada en su caso y no en una perspectiva de indefinición.
Meditemos, pues, en la vida de María, no solo en la parte que todos conocemos, con Jesús en Nazaret y luego en el Calvario, sino también en la de la joven María, pura y humilde, incluso antes de saber todo lo que esta excepcional pureza y humildad significaban en el plan de Dios.
Pierre de Lauzun, 7 de diciembre de 2022.
Adaptado de: http://www.pierredelauzun.com/L-humilite-de-Marie-avant-l.html