Dos años más tarde, la Virgen se apareció de nuevo a Vincenza Parisi, el 1 de agosto de 1428. La ciudad vivía su etapa final y la Virgen repitió su petición y sus promesas a la anciana.
Vincenza volvió a la ciudad y esta vez se le creyó: las personas más importantes de la ciudad, el Consejo de los Cien y el Consejo de los Quinientos, reunidos en el Gran Salón de la Razón, decidieron construir la iglesia —con la mayor velocidad posible—en Monte Berico: las obras comenzaron veinticuatro días después. La Virgen le había hablado a Vincenza de una fuente de agua que brotaría de la roca viva en el lugar donde se construiría el santuario y eso fue lo que sucedió. Durante las obras, “una maravillosa e increíble cantidad de agua brotó a modo de manantial… al punto de comenzar a correr desde ese lugar como un caudaloso río que descendía ruidosamente por la montaña”. Y, de acuerdo con la segunda promesa de la Virgen, el dinero nunca faltó.
Finalmente, "comenzada la construcción el 25 de agosto, desapareció en parte la gran peste y, habiéndose terminado la iglesia en tres meses, toda la provincia quedó libre de esta gran calamidad, de modo que desde ese día, con la ayuda de Dios, no se volvió a sufrir en absoluto esa enfermedad”.
El concurrido Santuario de la Virgen de Monte Berico se ha convertido ya en uno de los lugares de devoción mariana más importantes de Europa: “El primer domingo de mes, tenemos una media de 22,000 confesiones. A veces nos quedamos hasta las diez de la noche en el confesionario”, informan los Siervos de María que custodian este bellísimo lugar y su magnífico panorama desde 1435.
Según un artículo de Pina Baglioni publicado en la revista 30 jours
Las citas están tomadas del Códice n°1430 de la biblioteca Bertoliana de Vicenza