A los 20 años yo no entendía nada de mi vida. ¿Dios existe? ¿De qué sirve vivir? ¿Para qué esforzarse? La vida es fácil, tranquila..
Hacer trampa, mentir, aplastar al otro para progresar, es lo que aprendí en la escuela de negocios: así es el mundo real. ¿De qué me sirven todos estos buenos valores que me enseñaron si cada uno hace lo que le da la gana? Además, ¿hay buenos valores? ¿Para qué ser amable a toda costa? Vivir de noche más que de día: ir a la discoteca casi diario, ligar, beber, salir con alguien solo por ocasión, si todo el mundo lo hace como receta de felicidad, debe ser cierto.
Por más que lo intentaba, me sentía cada vez más vacío. Salidas nocturnas cuando era estudiante donde muchos muestran radiantes sonrisas completamente artificiales. Un banquete donde todo lo que comes es insípido, sin sabor y que no nutre. Amistades traicionadas, desengaños amorosos, etc. ¿Para qué amar? ¿Dónde está la verdad en todo esto? ¿En qué consiste la verdadera vida?
¿Hay una verdad o cada uno puede decidir por su cuenta? ¿Para qué creer? ¿Quién es Dios? ¿Por qué la Iglesia Católica y por qué no otra? Y, sobre todo, no te hagas preguntas, sal corriendo a la fiesta por la noche, sin darte tiempo para pensar y así no asustarte. ¿Quién dijo que la vida era buena?
Así me encontraba cuando escuché decir a una persona que antes no creía en Dios, que ahora estaba segura de su existencia y que había hecho una peregrinación a Medjugorje, en Bosnia y Herzegovina. Terminó su frase diciendo: "No puedo expresar lo que viví allí, tienes que ir para entenderlo. Nunca había sentido tanta paz como en ese lugar".
Así que fui allí. No tenía nada que perder y, sobre todo, no tenía paz: ¿por qué no intentarlo? Yo tampoco puedo describir lo que viví allí. Encontré la respuesta a todas mis preguntas y, más aún, ya no podía dudar de la existencia de Dios. Nunca había sentido tanta paz como en ese lugar. ¡La vida es bella y tiene sentido!
Adaptado de www.clubmedj.com