La festividad del Inmaculado Corazón de María se celebra el sábado de la tercera semana después de Pentecostés, al día siguiente de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El Evangelio revela el Corazón de María porque muestra cómo María buscó y siguió a Jesús: ¡la pureza de corazón es seguir a Jesús!
María no comprendió inmediatamente, pero meditó lo que no comprendía, con el corazón abierto, esperando comprender mejor: su corazón es humilde, dócil, abierto a una revelación cada vez más profunda, abierto a una luz cada vez más fuerte.
La devoción correspondiente se basa en la teología mariana de san Bernardo, las revelaciones privadas a santa Gertrudis y a santa Matilde, así como en las visiones de santa Margarita María Alacoque en el siglo XVII y fue predicada por primera vez por san Juan Eudes en la ciudad de Autun, en 1648.
Los agustinos obtuvieron de la Santa Sede la aprobación de esta festividad para su orden en 1807 (entonces prevista para el domingo de la octava de la Asunción). En 1855, la Congregación para el Culto Divino aprobó la celebración de una Misa en esta ocasión. En 1880, el papa León XIII la extendió a la diócesis de Roma.
En 1917, María dijo a los niños de Fátima: “Habéis visto el infierno adónde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacéis lo que os digo, muchas almas se salvarán y tendréis paz…”. Dijo también: “Al final, ¡mi Corazón Inmaculado triunfará! (13 de julio de 1917).