Durante la beatificación del Padre Pío, el 2 de mayo de 1991, el papa Juan Pablo II no dejó de señalar “la tierna y constante devoción” a María del nuevo beato:
«Su devoción a la Virgen resplandece en cada manifestación de su vida: en sus palabras y escritos, en su enseñanza y en los consejos que dio a sus muchos hijos espirituales.
Hijo auténtico de Francisco de Asís, el nuevo beato no se cansó de inculcar en los fieles una devoción a la Virgen tierna, profunda y arraigada en la verdadera tradición de la Iglesia.
Al final de su vida, dirigió su pensamiento, como lo había hecho toda su vida, a la Santísima Virgen María: “Amen a la Virgen y háganla amar. Recen siempre el Rosario”».
Papa Juan Pablo II, extracto de su homilía del 2 de mayo de 1999.
(1) El propio Juan Pablo II canonizará al beato Padre Pío, el 16 de junio de 2002.