En abril de 2013, la conversión al catolicismo de Fernando Casanova, pastor pentecostal puertorriqueño, fue noticia en América Latina. Desde entonces, ha sido un celoso defensor de la Iglesia con su asombroso dominio de la Biblia y su estilo latino de hablar, apasionado y cálido.
Él mismo relata su lento y doloroso proceso de conversión al catolicismo, el cual le llevó nada menos que cinco años, después de mucho tiempo al servicio de su iglesia protestante.
Este proceso comenzó con su búsqueda bíblica de una Iglesia única y unida, fundada por Jesucristo. Estaba confundido por la continua proliferación de iglesias y grupos protestantes. Pero su celo en esta búsqueda tenía un único y claro objetivo: “no ser católico”. Excepto que el golpe de gracia de su conversión fue precisamente su descubrimiento de la Eucaristía católica.
Al tomar la decisión de convertirse, informó a su esposa, protestante convencida, que prefería la separación de la pareja. Fernando pasa entonces varios meses sin vivir con su mujer y sus tres hijos, crucificado por este misterio. ¿Por qué Dios permite tanto sufrimiento cuando, al fin y al cabo, ahora voy por el buen camino?
Cuenta con gran emoción cómo una vez entró en una capilla para buscar la fuerza de Dios en medio de su desgracia. Ve enseguida un rosario en un banco de la iglesia y entiende que Dios le pide que lo rece. Para el joven recién convertido, rezar el Rosario sigue siendo difícil; pero, al ver a María, le dice que está dispuesto a hacerlo y le hace dos peticiones: que pueda reconciliarse con su esposa y que tanto ella como sus hijos puedan entrar en plena comunión con la Iglesia de su Hijo.
El antiguo pastor protestante relata entonces: “Rezaba el Rosario con torpeza y sin fe, pidiendo perdón a Dios cada diez avemarías por si mi forma de rezar no le agradaba”. ¡El mismo día, Fernando Casanova pudo ver a su familia y reconciliarse con su esposa!
Un año después de este “Rosario mal rezado”, en la catedral de Puerto Rico, la capital, Fernando Casanova, su esposa y sus hijos fueron recibidos formalmente en la Iglesia Católica.
Adaptado de: Aleteia