Pasaron los días y los meses, y de vez en cuando el hijo se detenía en Agua Viva* para depositar flores a los pies de la Santísima Virgen y pedir oraciones por su padre que se debilitaba cada vez más. Un día llegó lleno de angustia: "Mi padre está a punto de morir. Vengo a pedirles que oren mucho por él". Y mientras depositaba flores rojas a los pies de la Virgen de los Pobres, le prometimos orar especialmente por su papá, por la noche, durante el canto del Ave.
Y volvió para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario: “¿Recuerda mi última visita…? Bueno, ese mismo día, como a las 7:00 de la noche, mi padre entró en agonía. Yo no sabía qué hacer, yo quería ayudarlo a morir. Así que en mi consternación, comencé a rezar el padrenuestro lentamente, muy cerca de su oído, para que pudiera oír. Mientras apretaba suavemente su mano para darle confianza, por tres veces me apartó la mano como para hacerme saber que no quería escuchar nada, porque ya no podía hablar, pero continué porque estaba seguro de que en Agua Viva estaban orando conmigo. Entonces, de repente, para mi sorpresa, escuché a mi padre decir con mucha calma, "Perdóname, Señor".
Eran las 10:00 de la noche; su rostro se iluminó de inmediato con una extraña serenidad y media hora después, mientras ustedes cantaban el avemaría, nos dejó con mucha paz. ¿No creen que mi padre recibió el perdón de Dios y que María fue la que le obtuvo ese perdón?
Fue a través de las avemarías que él y yo, hace un año y medio, comenzamos a familiarizarnos con las cosas de Dios. Y viendo cómo mi padre entró en la Vida precisamente en el momento en que cantabais el avemaría, también yo deseo convertirme, quiero recibir el Bautismo. ¿Puedes ayudarme a conocer a un sacerdote católico?".
* Los restaurantes “Agua Viva” son lugares de encuentro y evangelización dirigidos por las Obreras Misioneras.
Tomado del Florilegio mariano (1986) del Hermano Albert Pfleger, marista.